La doble vida de Piqué | Deportes | EL PAÍS
El mundo de Piqué. El fútbol es un fenómeno social en el que ocurren muchas más cosas que el apasionante, o aburrido, ir y venir de un balón. Nadie lo sabe mejor que Piqué, que juega al fútbol como los dioses y tiene un holding con intereses en el deporte y la tecnología, que no le hace ascos a las comisiones. Después de una semana en la que tuvo que salir a aclarar informaciones comprometidas, jugó como un titán frente a la Real Sociedad. En un partido muy exigente, salió triunfante de todas las acciones y lideró al equipo como si fuera otra empresa de once miembros. Todo esto mermado hasta tal punto que tuvo que ser remplazado en los minutos finales. Se fue pitado por los cuatro costados y uno no sabía bien si los aficionados despedían al tipo que había animado los telediarios durante la semana o al jugador que les había amargado la noche.
Nunca pasa nada. Da gusto ver lo bien que el Piqué empresario trata a sus empleados. A uno, al que llama Rubi, hasta le dice crack cuando hace bien su trabajo. Más allá de este punto, que bordea la ética (por el lado de afuera) cuando Rubi y Geri hablan de árbitros o de meter al Andorra en “un grupo que no sea el catalán”, la cosa no llegará más lejos. El escándalo nace de una invasión inadmisible de la privacidad, de manera que, la única consecuencia es que los dos tendrán más cuidado con el teléfono. Sin embargo, Piqué no dejará de hacer negocios por este rocambolesco caso. Por otro lado, la relación con los aficionados va a depender de su rendimiento y de los resultados de su equipo, no de este inconveniente. Damos vuelta la página tan rápido que este artículo, para hablar del tema de la semana, empezó calificándolo de escándalo, siguió con rocambolesco y terminó en inconveniente.