El espíritu de Garnett: se acabó la larga espera de los Wolves
El 19 de mayo de 2004, se desató la locura en el Target Center de Mineápolis. Chris Webber fallaba sobre la bocina un intento de triple para empatar el partido y forzar la prórroga. El ala-pívot, carcomido durante todo el año por las lesiones del año anterior, tuvo su oportunidad de redención, fintó ante un Kevin Garnett que se quedó mirando el lanzamiento desde atrás, se cuadró y lanzó arqueando perfectamente los brazos. Pero la canasta escupió el balón como si el destino de esos Kings estuviera sellado ya desde el principio de los tiempos. Garnett levantó los brazos y celebró el día de su cumpleaños con 32 puntos, 21 rebotes y 5 tapones. Los Wolves, un mercado pequeño que llegó a la NBA con la expansión de 1989, llegaban a las finales de Conferencia por primera vez en su corta historia. El jolgorio se desató. Pero la esperanza acabó ahí. Fue la previa a una larga espera. El principio del fin. La puerta abierta a una crisis pantagruélica.


