Johaug, del infierno al cielo
Los 30 kilómetros libres en salida masiva son una de las pruebas más duras de los Juegos Olímpicos de Invierno. Muestra de ello es la estadounidense Jessie Diggins, medalla de plata. Nada más cruzar la meta, cuerpo al suelo, sucumbiendo a la emoción del momento, pero también al esfuerzo. Aún más, con la meteorología actual, que ha estado cerca de cancelar la primera prueba olímpica, el paralelo por equipos mixtos, desde 1928. Pekín, que arrancó con un clima más o menos amable para los atletas, ha visto como, con el avance de las competición, sus condiciones se complicaban de forma drástica. Casi -15º, no excesivos para lo visto, pero endurecidos por las fuertes rachas de viento. En el podio, sin ir más lejos, las atletas recibían sus premios con la cara visiblemente helada, añadiendo épica a una de las carreras reinas del olimpismo invernal.