La noche perfecta acabó en palo
Los futbolistas se hacen viejos muy jóvenes, sus goles no. Porque en la vida, a veces, lo que queda es eso: un segundo de inspiración que queda grabado para siempre. En este caso fue un giro de tobillo, majestuoso. Ese de Lodi, sorpresa del Cholo en su once, que pareció susurrarle a la pelota lo que había leído en el tifo, en la grada, al pisar la hierba. «Vuela». A João. A su cabeza. Vuela, vuela. Y la pelota voló. João se lanzó sobre ella en plancha para ponerla donde ocurren los milagros, ajustadísima al palo, al fondo de la red. Habían pasado seis minutos de estos octavos y el Atleti ya le había dado un puñetazo a la eliminatoria. El United, durante mucho, pareció que no se levantaría. Pero lo hizo. Y cuando más duele. Inesperado. Para dejar al Atleti con más frío que calor. Porque en el fútbol, como en la vida, los comienzos son los que determinan las historias pero es el poso final con lo que uno se queda.


