Nada, niño, podía defnir la tarde como esa frase. Mad, bad and dangerous. Ese último minuto. El balón que vuela al área del Espanyol y la pelota que impacta en el codo izquierdo de Raúl de Tomás. Es el minuto 99, el árbitro ya ha pitado el final pero desde el VAR le han llamado, ha ido a la pantalla, ha señalado el punto de penalti. Carrasco se pide el balón. Carrasco lo lanza. Carrasco bate a Diego López. El Metropolitano estalla, en tu día, el de los niños. Mad, mad, mad, niño, esto es el Atleti, precisamente esto, lo inexplicable, la bendita locura llenando el aire. Los gritos. La alegría. Tres puntos cuando se perdían dos. LaLiga de 14 otra vez desencallada. Y esa sensación. Las nuevas normas del fútbol quizá pretendan que los futbolistas entren en las áreas con los brazos desatornillados, como en el futbolín. Unas manos que condicionaron los planes de los dos entrenadores.