Shaquille O'Neal, la leyenda de Superman
Legendario, nada altivo y personalmente generoso, Shaquille fue el dueño de una NBA que dominó como nadie con Phil Jackson como mentor y Kobe como condena y liberación.
Dijo Emilio Butrageño, en referencia al Mundial de fútbol de México de 1986, que si Diego Armando Maradona hubiera formado parte de cualquiera de los equipos que llegó a los cuartos de final, ese habría sido el campeón. Es difícil encontrar un personaje y un deporte al que se pueda homologar una frase tan inequívoca como hipotética. Y sin embargo, la sensación de que Shaquille O’Neal ha protagonizado esa narrativa era casi objetiva en una época en la que, durante tres temporadas, dominó los tableros y los cielos, hizo de sus rivales meras sanguijuelas y consiguió unos números que rellenaban la ausencia de Michael Jordan en las Finales y que eran medievales por tiempo, anacrónicos por su ausencia en la modernidad del momento; feudales y para nada atemporales. Estadísticas que George Mikan o Wilt Chamberlain, esos pívots tan históricos como prehistóricos, habían llevado a las páginas de escrutinios y recuentos que solo podemos ver en papel por no existir casi imágenes en la televisión.
1.- Encuentros y desencuentros
2.- De Luisiana a Orlando: se forja la leyenda
3.- Del héroe al superhéroe
4.- Último anillo y declive
5.- Relación con Kobe Bryant
6.- Mucho más que una estrella
Pocas veces alguien ha protagonizado ese tipo de dominio, una palabra inherente al pívot, que le ha acompañado durante toda su carrera y una vez la misma ha finalizado. Nadie se ha girado de esa forma hacia la canasta y ha machacado por encima de cualquiera de esos rivales que, en un videojuego o en una realidad paralela, eran teóricamente capaces de defenderle. Dikembe Mutombo, Ben