Señales mixtas en el Madrid, aguas pantanosas en el Chelsea
Santiago Segurola
No fue el mejor de los partidos, pero sí la mejor de las victorias. El Real Madrid enfilará la recta final del campeonato sin la inquietud que le produjo la derrota con el Barça. En Balaídos se evitó tensiones innecesarias. Tiene el título en la mano y afronta sus próximos desafíos con la serenidad necesaria para mantener el foco en cada competición. Otra cosa es la sensación que transmite el equipo. Contra el Celta, pareció afectado por las consecuencias de su desastre en el Clásico. Nadie, excepto Courtois, rindió a la altura de las expectativas.
Ancelotti apuntó en rojo el encuentro de Vigo. No se permitió ninguna novedad. La inclusión de Lucas Vázquez por Carvajal no suena extraña esta temporada. En términos generales, ha funcionado mejor el antiguo extremo que el lateral titular. Carvajal ha sufrido un calvario de lesiones en el último año y se le nota. Está en periodo de rodaje. Por lo demás, Ancelotti prefirió el pragmatismo de lo conocido a la aventura de los experimentos.
Courtois se estira para despejar un disparo de Iago Aspas de falta directa, durante el Celta-Madrid del sábado pasado.
Benzema, que estaba entre alfileres, figuró entre los titulares. Marcó los dos goles de la victoria, los dos de penaltis. Falló otro, el que procuró la gasolina emocional que necesitaba el Celta para apretar un poco más al Real Madrid. Es un equipo mejor y más sólido que en las últimas temporadas. En el Bernabéu llegó con ventaja (1-2) en la primera vuelta. Perdió y también salió derrotado en Balaídos, con un capazo de penaltis en contra y el gol anulado por el fuera de juego de Iago Aspas en una acción frecuente en el fútbol.
El fenomenal delantero del Celta es tan vivo que sospechó de su posición, siguió el