Marejadilla institucional en Bilbao
Alfonso Herrán
El Athletic vive cada cuatro años una marejadilla que últimamente está quebrando la unión de una afición que presumía hasta hace poco de ser una verdadera piña; no en vano, ésta se arrima a un equipo con gente de la casa, chavales que forman parte del pueblo. Al no ser el club una Sociedad Anónima Deportiva, cíclicamente tenemos un viaje a las urnas que deja heridas profundas. Las familias andan divididas. Urrutia trazó una línea roja de con él o contra él y la exigua victoria de Elizegi contribuyó a debilitar mucho su posición. Este trató de garantizar una transición lo más dulce posible adelantando la fecha electoral al verano, en lugar de diciembre. Este año sí habría sido apropiado dejarlo para el invierno, porque el Mundial paralizará el fútbol español y habría margen. Pese a su buena voluntad, tal vez aboque a la parálisis al gobierno de Ibaigane, porque su sucesor se va a encontrar con la parcela deportiva por arrancar casi en plena pretemporada.
Los asesores del candidato Barkala deberían recomendarle que se tape un segundo. Aún no ha comenzado la carrera electoral y ya ha incurrido en unos cuantos borrones. Primero dijo que abandonaría el cargo de presidente de la Autoridad Portuaria si llega al Athletic y ahora se desdice; luego, que de Marcelino le gustaba hasta su forma de hablar y ahora está entrevistando a otros. El miércoles le arropó de nuevo el PNV. Pues a ver si es más políticamente correcto.
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