Lugo y Leganés... ni de penalti

El fútbol se basa en la competitividad. Si no te juegas nada, la intensidad decrece y el espectáculo también. Lugo y Leganés ya han liquidado la temporada, con el objetivo más que cumplido los primeros y con fuerte decepción los segundos, y las jornadas que quedan se les van a hacer largas. También a los aficionados, claro, que al fin y al cabo son los consumidores de todo esto y los que se aburren cuando el partido, como fue el caso, sale flojo.

Comenzó mejor el Leganés, imprimiendo más fuerza a su juego que los locales. A los de Álbés les costaba salir de su campo y, las pocas veces que lo lograban, adolecían de falta de claridad. Sin embargo, la primera clara fue para el Lugo por medio de un penalti muy claro de Palencia sobre Chris Ramos que Quintero González no vio hasta que el VAR lo llamó a capítulo. Lo falló Carrillo o lo paró Dani Jiménez, que en esto casi nunca se le da al portero la importancia que merece. Curiosamente, el penalti cambió el paso del Leganés, que perdió el control del partido y permitió que el Lugo llegase más y mejor a su área. Lo intentó Clavería desde 20 metros, y Chris Ramos en un remate de cabeza desviado. El Leganés, mientras, amagaba pero no terminaba de dar y llegó al descanso con más posesión, pero romo en ataque.

La reanudación volvió a mostrar un Leganés dominante, pero con los mismos problemas para profundizar. El Lugo, que necesita poca lírica para llegar, tuvo un buen remate de cabeza de Señé como primer acercamiento de la segunda parte, respondido por Quintillá con un disparo lejano que obligó a Whalley. Nafti meneó el banquillo buscando más ataque y el Leganés lo agradeció hilando más fútbol. Con todo, el partido era objetivamente malo, propio de dos equipos que no se jugaban