¡Eso es penalti!
Tomás Roncero
VAR+Rulli+Madera. In that order, que diría el renacido Bale, esas son las tres razones de mayor peso por las que el líder no regresó de Vila-real con tres puntos que mereció con creces. El Madrid firmó un segundo tiempo digno de su condición de máximo favorito al título, pero hay días en los que no hay manera de embocarla. Ni siquiera Bale, que ajustó cuentas con todos los que llevamos tiempo alejados de su Club de Fans. El galés sacó su cañón zurdo a pasear y sembró el pánico con sus torpedos, que no derribaron el Submarino Amarillo porque Gero Rulli cumplió esa máxima habitual en los últimos tiempos: “El Madrid hace internacional a todos los porteros con los que se enfrenta”. Pese a los dos puntos perdidos en La Cerámica, las sensaciones son buenas para la gran batalla del martes en París, a la que ya se unirán Benzema y Mendy, dispuestos a cantar La Marsellesa al equipo de los tres tenores (Mbappé-Messi-Neymar). Jugando así diez partidos, ganas nueve. Por eso, Ancelotti no debe hacerse sangre en su centenario liguero como entrenador del Madrid. El equipo sigue líder y depende de sí mismo para hacerse con el título (el Sevilla del irreductible Lopetegui está a cuatro puntos). Hay Liga, cierto, pero jugando así la afición madridista puede dormir tranquila de aquí a mayo.
Vaya arbitraje. La actuación de Sánchez Martínez, en el césped, y de Iglesias Villanueva, en el VAR, es para hacérselo mirar. El lorquino, en el campo, y el gallego, en la sala de las pantallitas, decidieron de nuevo mirar para otro lado. Algo gravísimo cuando está una Liga en juego. La acción de Albiol con Vinicius no admite lugar a la duda. El brasileño aprovecha el exceso de confianza del central de Villamarchante, que tira de su