CHAMPIONS LEAGUE El Madrid, la magia y el trabajo

Alfredo Relaño

Lo de estas tres clasificaciones del Madrid en las últimas siete semanas no se explica sólo por lo que de paranormal han tenido, la suerte, lo de los manes familiares… Hay también valores palpables desde los que ha sabido imponerse a equipos tenidos por superiores. Unidad de propósito, disposición a aceptar cada cual su papel en la plantilla, liderazgo del bueno en la persona de Ancelotti. Y trabajo. Si hacemos memoria, el segundo tiempo empezó con una jugada de laboratorio: saque de centro hacia Modric, lanzamiento de éste a Carvajal y centro cruzado al que Vinicius llega forzado y sólo por eso se escapa el gol por muy poco.

Este equipo ha trabajado bien todo el año, pero sobre todo ha convivido bien, con las salvedades de Bale, puro marciano, y dos o tres casos más, desenganchados por distintas razones, que sería cruel precisar. Pero el macizo del grupo ha trabajado y coexistido bien, hasta el punto de alcanzar este vértice de la temporada en gran forma. Y eso ha sido tan difícil para el grupo que ha cargado con casi todo el peso como para los que, sin jugar apenas, se han mantenido siempre a punto, para cuando Ancelotti necesitara de ellos. Eso se hizo muy patente ante el City, con los suplentes resolviendo el trance final de la eliminatoria.

Empezando por Rodrygo, que se ha mantenido perfecto de forma e ilusión. Vallejo, olvidadísimo, se batió formidablemente en los minutos más dramáticos de la temporada. Valverde, Camavinga y Ceballos dieron garantía de constituir, uno por uno o en bloque, repuestos para la media Modric-Casemiro-Kroos. Lucas Vázquez y Nacho vienen siendo desde hace años el ejemplo de lo que debe ser un suplente: siempre en forma, nunca una mala cara. Una plantilla que se quiere y trabaja