Corría el minuto 92, cuando Rodrygo, que se había internado hasta la línea de fondo, buscó el pase atrás, donde encontró a Benzema. Y Karim, en su hábitat natural, el área, no perdonó justo en el momento en el que no debía hacerlo. A lo largo de los 90 primeros minutos, el francés había tenido hasta cinco claras oportunidades, pero en el momento de la verdad, Karim nunca falla: controló el balón, se lo colocó para soltar un zapatazo con su pierna derecha y ejecutó la secuencia. Era el tercer gol de los blancos. El que le daba la victoria después de una segunda parte antológica que arrancó con dos cambios tácticos obligatorios: introdujo a Rodrygo, quitó a Camavinga (el francés tenía ya una cartulina amarilla) y situó a Valverde en el centro del campo, donde el uruguayo se siente más cómodo por jugar habitualmente en esa posición en la selección charrúa. El plan anteriormente ejecutado también con éxito, le volvió a dar la razón a Ancelotti.