Dinamita: los Warriors no habían perdido en casa en estos playoffs (9-0 en su garbeo por el Oeste). Steve Kerr estaba 21-2 en primeros partidos en su carrera como entrenador en las eliminatorias (también 21-2 total). Su equipo era de largo el mejor en los últimos cuartos y en minutos decisivos, con unas métricas galácticas que contrastaban con el sufrimiento de los Celtics en finales apretados: pérdidas, tendencia al desorden y el aislamiento, tiros forzados… Todo lo que tenían que hacer los Warriors era llegar con el partido igualado al desenlace, ¿no? No digamos con el partido cuesta abajo. Por ejemplo, un 87-72 casi en el final del tercer cuarto. Y con Stephen Curry, iluminado hasta ese momento, solo en la línea de tres. El +18 está en el aire, los Celtics están en la lona, el Chase Center está inflamado…