Los Sixers se llevaron un golpe con el que no contaban en Detroit. Pese a lo ilusionante de su nuevo proyecto ya lo pasaron mal en Orlando, la pista de otro de los peores equipos de la Liga, y en el Little Caesars Arena directamente llegó la derrota. Un horrendo último cuarto en el que las decisiones en ataque fueron pésimas, demasiado individualizadas y sin directrices claras, en las que no hubo conexión entre jugadores y técnicos y en la manga sólo se anotaron 15 puntos, mandó al hoyo al conjunto de Filadelfia. Y con malos modos después de una caída fea, que es lo peor para un conjunto que, según su plantilla y lo que palpable desde que Harden llegó a la misma, aspira a llevarse el título en los próximos meses.