Difícil encontrar puntos débiles a este Ferrari después de dos victorias de Leclerc, el líder, en tres carreras, y con Carlos Sainz tercero en el Mundial. El F1-75 presume de motor, de velocidad punta, de carga aerodinámica y de gestión de los neumáticos, pero aún se le atasca uno de los problemas característicos de esta nueva generación de coches: el 'porpoising' o 'bouncing', ese extraño fenómeno mediante el cual los monoplazas pierden de golpe la carga aerodinámica en las rectas y botan violentamente a más de 300 kilómetros por hora. Los pilotos lo han señalado, aunque tampoco hacía falta: es más que evidente a simple vista.