Wiggins y Curry dejan a Doncic al borde de la eliminación
Se acabó lo que se daba. Al menos, eso nos dice la estadística: de 146 veces que ha habido un 3-0 en una eliminatoria de playoffs, 146 veces ha prevalecido el equipo que contaba con dicha ventaja. Nadie, jamás, ha podido dar la vuelta a una eliminatoria de semejantes dimensiones, de tal calibre, en la historia de la NBA. Y no parece que vaya a tener lugar este año, con los Mavericks cansados y con pie y medio fuera de las Finales tras una temporada histórica desde el punto de vista de la franquicia y el proyecto. Los Warriors se las saben todas, no son (ni mucho menos) los Suns, tienen una capacidad innata para resolver situaciones líimite y también para gestionar ventajas importantes, destrozar al rival explotando sus defectos y avanzar, siempre avanzar, cambiando situaciones, haciendo sustituciones y con el pilar fundamental de los recuerdos de la victoria en una serie de mentes preclaras, que acompañan a jugadores tan legendarios como clarividentes a la hora de hacer lo que mejor se les da: ganar.
Si todo va bien, los Warriors pueden solucionar la serie por la vía rápida (la noche del martes al miércoles) o de vuelta al Chase Center si el pundonor de los Mavericks les permite prevalecer y seguir vivos al menos unas horas más, en una situación que será similar a la que vivieron los Nuggets en primera ronda, claro, contra los Warriors. Los texanos están cansados, casi exhaustos, han llegado con 13 partidos disputados (de 14 posibles) a sus primeras finales del Oeste desde 2011 y ya llevan 16. Lo tuvieron en el segundo encuentro, cuando llegaron a mandar de 19 puntos, pero no consiguieron sostener la ventaja. Y lo han tenido, en menor medida, en un partido en el que les ha vuelto a codenar el rebote, la salida del