White lo deja en las mejores manos: Hirano, vuelo y oro únicos
Público y compañeros en pie, aplauso unánime y lágrimas en los ojos de Shaun White. Desde el suelo, tras caer en el último intento de asaltar las medallas, sonriendo y llorando al mismo tiempo, The Flying Tomato agradecía todo el cariño recibido.. Casi todos los presentes, con poco margen para el error, tenían o han tenido un póster suyo en la habitación. Pocos deportistas han dominado tan bellamente una disciplina como White el snowboard halfpipe y el adiós, su retirada, anunciada durante estos mismos Juegos, merecía estar a la altura de sus saltos. Lo estuvo y, además, en una metáfora perfecta, dio la bienvenida a una nueva era cargada de talento.
El snowboard, uno de esos deportes que traspasa lo deportivo, prácticamente una forma de entender la vida, da un color único a estas situaciones. De la misma forma en que todos los riders habían buscado,, buscaban, abrazaban y vitoreaban a Ayumu Hirano tras tocar el cielo de Pekín para agarrar el oro con una tercera manga para el recuerdo. En PyeongChang, el propio Shaun, que había relegado a la plata al japonés en dos citas olímpicas, le arrebataba el oro en un último vuelo legendario; hoy, para recoger el testigo con honores, Hirano repetía la fórmula.
Shaun White, entre lágrimas en su retirada.MARCO BERTORELLO (AFP)
En el mismo medio tubo en el que ayer Queralt Castellet escribió historia del deporte español, Ayumu cambiaba las reglas de la disciplina. En su segundo intento, insuficiente para llegar al primer puesto de la tabla, regalaba una experiencia única al respetable: un triple cork, tres vueltas completas en el aire cogiendo con las dos manos la base de la tabla. En una cita olímpica, no se había visto nunca. El propio rider japonés realizó el truco por primera vez en