Nadal, de la tierra a la luna
Jesús Mínguez
Me pongo delante de la tele y los cereales del desayuno parecen querer salir fuera. El estómago está cerrado, revoltoso. Son los nervios. Uno piensa en qué sentirán Rafa Nadal y Daniil Medvedev y se marea. El mundo pendiente de tus tiros… ¡Bufff! Antes de salir, dos chicas cantan sobre la pista 'Hand in my pocket', de Alanis Morissette. «A lo que se reduce todo es a que todo va a ir bien, bien, bien». Lo escucho y me tranquilizo un poco. Pero poco, poco.
La Rod Laver Arena lo tiene claro. El español se asoma al coliseo y el medidor de decibelios revienta. El ruso pisa el Greenset (superficie que monta Javier Sánchez Vicario, por cierto) y la cosa se divide: aplausos, pitos y abucheos. Es lo que tiene el ejercer de chico malo, enfrentarse a los públicos de medio mundo.
<p lang=«en» dir=«ltr» xml:lang=«en»>One hand on the trophy