«Qué será, será, whatever will be, will be», cantaban los aficionados del Chelsea de camino a Stamford Bridge, que aprovechó el encuentro con el Wolverhampton para dar la bienvenida a su nuevo dueño, Todd Boehly. El empresario estadounidense estuvo en la grada y celebró con entusiasmo los dos goles de Romelu Lukaku, pero acabó decepcionado tras el 2-2 logrado por Coady en el 96'. Un empate que hace peligrar la tercera plaza de los blues en la Premier League, a falta de tres partidos.
Así las cosas, al Chelsea se le puso de cara el partido desde antes del pitido inicial. Bruno Lage y su hermano, Luis Nascimento, que son el primer y el segundo entrenador de los Wolves, respectivamente, dieron positivo por COVID y tuvieron que ceder su asiento al entrenador de porteros, Tony Roberts. Una anécota que desordenó al equipo visitante, a merced de los blues desde los primeros compases del juego.
Pero el dominio del equipo de Thomas Tuchel tardó en traducirse en grandes ocasiones. Lukaku y Werner formaban una delantera bicéfala que tuvo que esperar hasta bien entrada la primera mitad para aclimatarse al duelo. Más aún, después de ver cómo anulaban dos goles al Chelsea: el primero por una supuesta falta de Werner en ataque y el segundo por un fuera de juego muy ajustado de loftus-Cheek.
El Chelsea, sin embargo, seguía creciendo en el juego y Lukaku se encontró con su mejor fútbol justo antes de la vuelta a los vestuarios. Un tiro de media vuelta sirvió de advertencia para Sa, que paró el disparo pero que no podría contener en la segunda mitad al delantero belga. Por eso, en el minuto 56, después de que Lukaku provocara un penalti, él mismo se encargó de rematarlo y hacer el 1-0.
Lukaku echaba fuego y dos minutos más tarde, en el 58,
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