Los coches de los Rolling Stones: del lujo a la extravagancia

Sus ‘Satánicas Majestades’, que empiezan su gira europea el 1 de junio en Madrid, guardan en su garaje vehículos de gran valor.

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Otra joya más de la automoción que pertenece a Charlie Watts, de la que únicamente se fabricaron 25 unidades. En la década de 1920, los Lagonda se estaban convirtiendo en una dura competencia para los Bentley y los Rolls-Royce. Montaba un motor V12 de 4.5 litros que producía 175 CV. La velocidad máxima declarada era de 169 km/h.

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Perteneciente al recientemente fallecido batería de la banda Charlie Watts. Un enamorado de los coches que nunca condujo, porque no tenía carnet. Los utilizaba con chóferes. Poseía una colección espectacular entre la que se incluye este Bugatti, del que solo se produjeron cuatro unidades. Montaba un motor de 3.3 litros con compresor que alcanzaba alrededor de 200 CV.

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Comprado por Keith Richards en Villefranche-sur-Mer en 1971, cuando vivía en Francia como exiliado fiscal. Es un modelo convertible cupé de dos puertas. Montaba un motor de seis cilindros en L que ofrecía una potencia máxima de 98 CV.

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El fundador y guitarrista de los Rolling, Brian Jones, disponía de este automóvil porque que rara vez estaba en condiciones de conducir. Un chófer se encargaba de llevarlo y traerlo. Murió en el fondo de una piscina a los 27 años. Este modelo contaba con una mecánica V8 de 6.2 litros. La velocidad máxima de 168,5 km/h.

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Un descapotable de dos puertas que perteneció al primer bajista de la banda, Bill Wyman. Mientras sus compañeros se compraban Bentley y Rolls-Royce aristocráticos, él prefería un automóvil más modesto. Montaba un motor de 1.8 litros de cuatro cilindros en línea y dos carburadores. La potencia era de 94 CV y la velocidad máxima de 166