La historia del coche de las viudas y el brujo Gordini
El Renault Dauphine logró un gran éxito comercial, pero también puso en entredicho la seguridad vial de la época.
Renault Dauphine 1956
A mediados de los años cincuenta del pasado siglo, atrajo la atención mundial con el Dauphine. Era un coche revolucionario por sus avanzadas soluciones técnicas y que por su imagen y prestaciones dejaba completamente obsoleto a su antecesor, el ya anticuado 4CV que en España era conocido popularmente como el “cuatro cuatro”.
Aun así, los ingenieros de la marca francesa partieron del “cuatro cuatro” para desarrollar el nuevo Dauphine. Lo hicieron aplicando en el proceso unos planteamientos mucho más modernos y utilizando soluciones técnicas hasta entonces inéditas. Y también contribuyó el carrocero italiano Ghia, en su caso para diseñar unas entradas aerodinámicas que garantizaran la correcta refrigeración del motor.
El Dauphine era una berlina de carácter familiar (3,95 metros de largo), que aprovechaba el espacio interior mejor que los modelos precedentes. Al tiempo, conservaba la disposición mecánica tradicional de la época. Es decir, con el motor en la parte trasera y el alojado bajo el capó delantero.
El modelo alcanzó un gran éxito en muchos mercados y consiguió vender en el mundo a lo largo de su existencia alrededor de dos millones de unidades. Y en España contribuyó a motorizar a la sociedad de forma decisiva, ya que se fabricó durante una década en Valladolid.
Tras el lanzamiento del Dauphine se le fueron añadiendo otras mejoras por entonces muy avanzadas, pero de carácter opcional. Como la suspensión que aportaba más confort a la marcha mediante unos topes de caucho de flexibilidad variable en las ruedas delanteras y unos, en las traseras. O también la entonces innovadora caja de