Elvira Nabiullina: así es la gran banquera de Putin
Entre todo el equipo del presidente ruso, Vladimir Putin, emerge la figura de Elvira Nabiullina. Capaz de recitar poesía francesa de memoria, donde realmente radica su importancia para el Kremlin es por sus méritos laborales: es la primera mujer en dirigir el Banco Central de Rusia. Ya desde que entró en su equipo, como ministra de Desarrollo Económico, pero al confirmarse su tercer mandato pasó a ser una más entre sus asesores.
Pero fue un año más tarde, en 2013, cuando entró en la historia al asumir la presidencia del Banco Central de Rusia, una de las grandes instituciones del país. Se convertía así en la primera mujer al frente de uno de los bancos centrales de los países del entonces G-8. Cargo para el que Putin, al poco de iniciarse la guerra, propuso para el que será su tercer mandado, hasta 2027.
Nabiullina pertenece a la etnia tártara, el grupo minoritario más grande del país, y es una mujer de pocas palabras y mucha influencia en los mercados. Alrededor de su figura, expertos y analistas han creado una especie de simbología sobre los broches que lleva consigo. «Puse algo en cada símbolo, pero no voy a explicarlo», llegó a decir a la televisión rusa.
El día en que llevó un broche con la figura de un halcón, los analistas lo vieron como un mensaje por el posible aumento de la tasa de interés, mientras que en otra ocasión una nube cargada de lluvia podía significar una bajada en las expectativas de inflación. Y tras la invasión rusa, según explica la editora económica del Servicio Ruso de la, «apareció en reuniones públicas vestida de negro, como si estuviera de luto».
Todos ellos forman parte de un complejo sistema de comunicación desde el Kremlin, que la banquera emplea para que los mercados puedan entender, sin