El martillo pilón de los Sixers
Parece que las cosas van a ser más sencillas de lo que parecen para los Sixers. Lo que prometía ser una serie de primera ronda larga o de sorpresa del equipo de abajo ha sido al revés, algo a veces típico en playoffs. La esencia de la defensa exterior de los canadienses no funciona sin Scottie Barnes, lesionado en el choque inicial, y con Gary Trent tocado. También lo está Thaddeus Young y, o esa da la sensación, Fred VanVleet. Y así es imposible por mucho que los Sixers hayan dado la sensación de ser el más débil de los equipos favoritos de la Conferencia Este. Sin un gran James Harden en ninguno de los dos partidos iniciales,, el equipo de Philadelphia, una ciudad que entiende el baloncesto, va 2-0 en una eliminatoria que parece encarrilada. Más que por victorias, por sensaciones. Que son de una neta y completa superioridad por parte del equipo que comanda la serie.
Los Raptors empezaron 0-9 en un espejismo de lo que estaba por venir. 5 minutos después, ya perdían 18-15 y, aunque llegaron vivos al final del primer cuarto (32-33 arriba) ya perdían de 15 al descanso (67-52). En el tercer cuarto no hizo más que aumentar la sangría y la ventaja para los Sixers llegó a ser de 29 puntos antes del apaño de los Raptors, que decoraron ligeramente el marcador en los últimos minutos y se llegaron incluso a poner a 11 (97-86) con algo menos de 7 minutos para el final. Un breve (brevísimo) conato de rebeldía que los locales resolvieron con un nuevo parcial para llevar el resultado a un 105-86 (8-0) y sentenciar definitivamente un partido que ya había acabado mucho antes y que nunca dieron la sensación, a pesar de la especulación, de poner en peligro.
Joel Embiid fue el dueño y señor del partido con 31 puntos, 11 rebotes y un 9 de 16


