Burkina Faso juega la semifinal mientras estalla otra guerra

Desde que Burkina Faso se independizó de Francia en 1960, el país ha sufrido siete golpes de Estado. El último de ellos se produjo hace una semana, el pasado 24 de enero, justo un día después de que su selección se clasificara para los cuartos de final de la Copa de África tras eliminar a Gabón (5-4 en los penaltis). El sábado Burkina superó a Túnez (1-0) y este miércoles jugará ante Senegal su tercera semifinal de una CAN en nueve años. Sin duda, los potros, como se les conoce en África, son prácticamente el único halo de luz de un país que vive un periodo de oscuridad. Otro más.

Finalista en la edición de 2013, la selección burkinesa aspira a repetir su mayor éxito en un momento que sin duda debe afectar a unos jugadores que no tienen la cabeza al 100% en el torneo. Cómo tenerla cuando hay amigos y familiares viviendo un conflicto bélico en tu propio país. No es que las cosas estuvieran mejor antes: es el país 176 de los 195 que forman la ONU en PIB per cápita, los ataques de grupos islamistas se han incrementado desde 2015, cuando fue elegido presidente el ahora derrocado Roch Kaboré, y las organizaciones humanitarias tienen problemas para prestar sus servicios a un país extremadamente necesitado por los problemas de seguridad vigentes.

La hazaña no será sencilla, menos aún cuando enfrente estará la Senegal de Mané, finalista de la última edición. Para ganar a una de las grandes favoritas, Burkina necesitará lo mejor de sus grandes estrellas: Tapsoba, central del Leverkusen, Issa Kaboré, lateral del City cedido en el Troyes y el extremo Bertrand Traoré, del Aston Villa. Los potros de la guerra ante los leones de Teranga.

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