Borrón histórico para el Més que un Club

Juan Jiménez

Cuando parecía que el Barça se estaba arreglando, este Jueves Santo tuvo una actuación inaceptable en todos los planos delante de medio mundo. Literalmente, le entraron en su campo e hicieron lo que quisieron con él. En el césped, Glasner zarandeó el famoso juego de posición de Xavi con un recital táctico de altísimo nivel completado con transiciones eléctricas. La herida, hasta que en los últimos minutos el Barça lo arregló un poco a la épica, pudo ser incluso más dolorosa. Pero a nivel institucional fue peor aún. El pasotismo del socio, que debió sentirse algo avergonzado de vacaciones en La Cerdanya o la Costa Brava; y el descontrol del club, que permitió que 30.000 alemanes convirtieran el Camp Nou en un mini Frankfurt Stadion, quedarán como un borrón histórico para el Més que un club. Laporta podrá apuntarse la dudosísima medalla de que por primera vez en la historia un equipo, el Barça, ha jugado la ida y la vuelta de una eliminatoria europea fuera de su casa.

El partido, por lo demás, fue un auténtico tobogán por la extrañísima atmósfera que se generó. Esa imagen de una columna gigante aficionados del Eintracht subiendo la Diagonal dirección al estadio; y un Camp Nou lleno de camisetas blancas; sí, blancas, resultó impactante. Por si fuera poco, el partido tuvo hasta un nuevo episodio grotesco del VAR. Esta vez, el monitor de la UEFA no funcionaba, así que Artur Dias debía fiarse de lo que decía Joao Pinheiro. Xavi dijo después del partido contra el Nápoles que nunca había visto un ambiente tan fantástico en el Camp Nou. Eso no se lo creyó nadie que haya estado en una gran noche en el estadio del Barça. Lo que seguro que Xavi nunca había visto es un Camp Nou blanco como el de este Jueves Santo. Un doble