Contaba Carles Capella, con esa voz que te envolvía, de capitán de vestuario, que cuando su mujer se puso de parto para dar a luz a su primero hijo, cogió, nervioso, el coche desde Molins de Rei y tiró por la Ronda del Mig hacia el Nou Sardenya, la ruta que hacía cada día para ir al entrenamiento con el Europa. Tuvo que dar media vuelta a mitad de camino. “Mi mujer de parto, y yo, inconscientemente, me había ido al campo en vez de la clínica”, repetía divertido. Historietas que definen una vida enganchada a un balón, que tristemente se ha apagado este viernes día 4 de marzo (1960-2022).