No sería porque no lo avisaron.. En el Barclays Center de Nueva York volvió a ocurrir. Los Mavericks, esta vez, asaltaban la casa de los Nets. El modus operandi en los instantes en los que se decidió el encuentro fue el mismo, por lo que sorprende que no se planteara como opción viable que se repitiera la historia. Doncic amasó el balón en la jugada final y, al ir a decidir por sí mismo, recibió un dos conta uno que provocó que rápidamente mirara a un par de compañeros, sacó un pase a derechas para el que tenía más cerca, Spencer DInwiddie, y el precisamente ex de los Nets, al ver que el tiempo se consumía, no completó el pase extra hacia la esquina y lanzó por su cuenta y riesgo gracias a un mínimo hueco para, como en la jornada anterior, anotar el triple ganador. El éxtasis ante el bocinazo definitivo, que les daba la victoria después de ese lanzamiento, provocó que los jugadores incluso se cargaran la cinta que pusieron los empleados de seguridad al celebrarlo con Mark Cuban y Nico Harrison, los principales directivos de la franquicia. Era un nuevo momento de júbilo.