No falla. El día en el que El Sardinero canta 'La fuente de Cacho' desde los cuatro puntos cardinales es que se viene un día de emociones fuertes. A diario, son los chavales (y alguno ya talludito) de La Gradona de los Malditos y unos pocos de las preferencias los que entonan con fervor la canción fetiche, mientras el resto del estadio está a lo suyo. Limpiando el asiento, que suele hacer falta, apurando el café, saludando al de al lado..., pero cuando el partido se intuye decisivo aparecen bufandas enarboladas por las tribunas y el cántico, ya masivo, suena como un himno guerrero. Que le pregunten al UD Logroñés, que empezó el partido acongojado. Cuenta más la intención que la armonía, dede luego. En el enorme Estadio del Millenium de Cardiff, el 'Delilah' de Tom Jones o el himno galés suenan como un orfeón, acompasado por todos los lados, en los Campos de Sport parece que cada grada lleva un compás distinto..., pero en fin, somos cántabros, no galeses.