Las estrellas no son infalibles. Luka Doncic es lo es. En su regreso a las pistas, pese al aura de Midas que desprende, no pudo convertir en oro un resultado que para ellos es medalla de plata. Porque tuvo mérito el recuperarse en un mal inicio y acabar compitiendo hasta el final del encuentro. Lo que tiene el resultado es que para los Jazz, además de la medalla, se siente como si ese oro fuera de 24 quilates. En su caso la recuperación no responde al propio partido sino al completo de la eliminatoria: estaban dando una imagen muy mala, rozando lo pésimo porque no tenían delante al principal jugador del rival e iban perdiendo, y ahora afrontan los dos siguientes encuentros con unas sensaciones mucho más elevadas en temperatura y calidad que las que tenían horas antes de este cuarto choque.