Decenas de personas miran desde los descansillos de las escaleras de la Philippe Chatrier a la pista 5, llena de aficionados. En la puerta, se agolpan más a la espera de una oportunidad para entrar. La causa de tanta expectación, al nivel de la que despierta siempre Rafa Nadal, es el entrenamiento de , la sensación del tenis mundial, que comparte la sesión con el polaco Hubert Hurkacz bajo un sol de justicia. Al final del ensayo, con un divertido partidillo y en un ambiente de bromas y buen humor, el chico firma autógrafos, se hace fotos y regala muñequeras y pelotas antes de salir escoltado por guardias entre una multitud y aclamado por los fans: «Carlos, Carlos, Carlos...».