El pasado mes de septiembre, el Barça tocó fondo en Europa. No sólo siguió perdiendo sin parar. Ya ni siquiera remató a portería. Contra el Bayern y el Benfica, en las dos primeras jornadas de la fase de grupos, el equipo de Koeman no contabilizó ni un intento contra la portería rival. Memphis, Luuk de Jong y Demir, los únicos delanteros disponibles que andaban por ahí (Ansu, Dembélé y Braithwaite estaban lesionados), no fueron suficiente amenaza para el ogro alemán y un equipo portugués al que el Barça tampoco fue capaz de hacerle un solo gol en su devolución de visita, ya con Xavi.