El Wolfsburgo mostró la cara más humana del Barcelona. Quizá fue por el 5-1 de la ida, o por el empuje local. Igual por la confianza del recital del Camp Nou. O porque enfrente estaba uno de los mejores equipos de Europa, aunque hace poco más de ocho días no lo pareciera. El conjunto alemán supo plantar cara al Barcelona, quitarle el balón a ratos y meter incluso el miedo en el cuerpo. No estaban cómodas las azulgrana desde el inicio y, en la segunda parte, sufrieron para sellar su pase a la final de Turín. Una demostración de que hasta el mejor equipo del mundo puede tener un mal día...
