Decidida la semifinal. Hubo que esperar más de lo previsto. La ida fue aplazada y terminó convirtiéndose en la vuelta. El Arsenal empezó mandando, empujado por un ambiente atronador en el norte de Londres. Noche copera. Salió con el orgullo de quien es el centro de las críticas, de quien tiene algo que demostrar. De quien está dolido y quiere desquitarse. Sacando uñas y dientes, como advirtió Mikel Arteta en la previa. Después de una buena actuación en la ida para contener al Liverpool con un hombre menos, llevaron la iniciativa en el Emirates Stadium en la vuelta. Alexandre Lacazette pudo refrendar el dominio local con un tiro libre en la frontal del área a los cinco minutos. Caoimhin Kelleher respondió con una fantástica parada para desviar el balón al larguero, y fuera. Se lo creían los gunners, pero despertaron los reds. Y golpearon primero. Bajo presión, Firmino dio un taconazo en el centro del campo para habilitar a Trent Alexander-Arnold, que a su vez encontró a Diogo Jota en banda. Veloces. El portugués encaró a su par, le tiró un caño y arrancó hacia la frontal. Desde allí abrió el marcador.