El día D, la hora H. Es el momento de los Mavericks, el partido más importante de su temporada, pero también de su historia reciente. Un encuentro que definirá lo que son como plantilla y como grupo. También hasta dónde pueden llegar como proyecto. Su año baloncestístico es bueno, han superado una ronda de playoffs por primera vez en 10 años, se han recompuesto tras la salida de un mito como Rick Carlisle y han apostado por un quinteto pequeños tras el traspaso de Kristapz Porzingis que Jason Kidd ha gestionado a la perfección. E incluso se han mostrado competitivos sin su mesías, su líder, su referencia, su héroe. Sin él rascaron dos partidos a los Jazz, un equipo descontextualizado, en una primera ronda que luego sí sentenció el inabarcable Luka Doncic, un hombre llamado a conquistar los cielos. Una estrella que se enfrenta a su examen más difícil ante su público, ante su gente y con todos los ojos puestos en él. Un jugador que tiene una cita constante con el destino.