El 17 de junio de 2008, Pau Gasol se retiraba cabizbajo del Boston Garden. Había tenido que esperar a que el personal de los Celtics limpiara la pista, manchada del Gatorade con el que los jugadores locales habían rociado a su entrenador, Doc Rivers, minutos antes de que concluyera el sexto y definitivo encuentro que sellaría las Finales y pondría nombre al ganador del curso baloncestístico 2007-08. El orgullo verde inherente a la entidad deportiva más importante del estado de Massachusetts, hacía buenos los pronósticos de inicios de temporada, cuando juntaron a uno de los three peats más icónicos de la historia para conseguir un inapelable 66-16 en regular season y llegar a una fase final en los que la historia, a pesar de ser ligeramente distinta en cuando a dificultad, tenía el final soñado y, para muchos, también el esperado. Los Celtics jugaron siete, siete, seis y seis partidos en cuatro rondas de playoffs en las que cosecharon un récord de 12-1 en casa para conquistar la NBA 22 años después.