Noviembre. Hace varias semanas que en la casa de Guilherme Siqueira (Florianápolis, Brasil, 1986) solo se escucha esa palabra. Noviembre. Ese será el mes en el que el brasileño regresará a España con su hijo para enseñarle dónde nació. Porque Arthur, de seis años, lo hizo cuando él estaba en activo, cuando jugaba en España, en el Atlético de Madrid. Pero no recuerda, regresaron a Brasil cuando tenía dos años, cuando una lesión crónica en el tobillo retiró a su padre. Y no sabe que en Boadilla fue donde vio por primera vez el mundo. Ni su casa de Madrid. Ni el Cerro del Espino. Ni Granada, ni Los Cármenes, allá donde su padre enraizó en España. Ni Valencia, allá donde Arthur dio sus primeros pasos. «Papá, ¿cuándo es noviembre?», pregunta el pequeño casi cada día. «Aún queda, aún queda», responde Siqueira con esa sonrisa que siempre lleva prendida en la boca. Hoy representante de futbolistas en Brasil, socio de Savio Bortolini, siempre está pendiente de España. No se pierde un partido de LaLiga. Esta tarde (19:00) menos que nunca. Se enfrentan Granada y Atlético llenos de necesidades. Comienza esta entrevista por teléfono con una pregunta: "¿Y no pueden ganar los dos?".