Xavi devora a Ancelotti
Javier Sillés
Fue un homenaje al fútbol. El del Barça, claro, que dejó una actuación portentosa que entra de lleno en su historia y en la del Madrid. Se obligó Xavi a lograr un triunfo en forma y resultado que reivindicara la evolución evidente de su equipo y sacudió a un rival que no lo fue en ningún momento. Ancelotti se autolesionó al no saber cómo responder a la baja de Benzema y cada decisión que tomó debilitó todavía más a su equipo. Se entendió lo de Valverde como titular por la dimensión física que daba a la medular, pero no lo de alejar a Modric de la base o desorientar a Kroos con un posicionamiento equivocado. El Madrid se abandonó, capituló sin honor y dejó un borrón de trascendencia inequívoca. Seguramente no le afecte en LaLiga, pero visto lo visto ya no se puede descartar nada.
La superioridad del Barcelona se escenificó de principio a fin. Xavi eligió a Araújo para taponar a Vinicius y dio carrete a Dembélé para intimidar a Nacho. Se expresó el Barcelona con la firmeza que ha carecido tantas veces esta temporada. No tuvo dificultad alguna de salir del simulacro de presión del Madrid, cuyo 1-4-4-2 con Modric y Kroos como hombres más adelantados en esa fase del juego hizo aguas por todos los lados. Busquets venía a recibir, Valverde o Casemiro saltaban sobre él y siempre había un interior (Pedri o De Jong) liberado. Los espacios a los lados de Casemiro eran tan amplios que el Barcelona siempre encontró al hombre libre, además de tener la habilidad en la circulación para poner en ventaja a Dembélé o Ferran en el lado débil. El Barça movió de un lado a otro, con un Eric Garcia imperial en los primeros pases y en las correcciones defensivas. Zarandeado como ha sido, completó una actuación redonda que explica el