Sifu, análisis. El nuevo rey del barrio ya está aquí - MeriStation
Meristation
Cuando jugamos a Sifu por primera vez en una beta de hace algunas semanas, nos dejó muy buen sabor de boca. El título ofrecía un sistema de combate muy bien medido, un sistema de progreso interesante y una dificultad alta pero justa: te matan porque no aprendes, y cuando aprendes, avanzas sin problema. Decíamos, en aquel artículo, que teníamos ganas de ver cómo quedaba el producto final, como afectaba su desarrollo y qué desafíos se nos presentaban. Ahora ya lo sabemos, y tenemos claro que estamos ante la primera gran sorpresa de este 2022. Sifu es un ‘yo contra el barrio’ de los que no se estilan. En 3D, bien medido, exigente y satisfactorio. Una grata experiencia.
Sifu empieza como una historia de venganza. Controlas a un personaje que tiene todas las habilidades que podrás usar a posteriori y aprendes sus mecánicas principales: dos tipos de golpes, un botón de bloqueo que permite además hacer un parry y esquivar ataques en cuatro direcciones, posibilidad de coger armas, noquear enemigos con un golpe final y movimientos evasivos con un paso a los costados para cuando un ataque no se puede bloquear. Tanto nosotros como los rivales a los que nos enfrentamos contamos con dos barras: una de vida, que decae a medida que recibimos golpes, y una de equilibrio, que también se va reduciendo con los golpes y bloqueos. Si se rompe esta barra, podemos liquidar al enemigo rápidamente, antes de haberle quitado toda la vida. Si nos la rompen a nosotros, nos pueden dañar mucho, incluso matar. Así que en menos de cinco minutos sabemos de nuestras herramientas, a las que añadimos un ataque de concentración donde pulsando el gatillo podemos apuntar a un punto vital del enemigo y lanzar un ataque poderoso. Ya está. Mecánicas