Nadie puede con Jonathan Viera
La vida es bella con Jonathan Viera. Por supuesto para Las Palmas, mucho más para sus aficionados, por supuesto también para la audiencia televisiva o presencial, un suplicio su presencia para cualquier rival. Nadie puede con el 21 de Las Palmas, poesía futbolística en movimiento, exhibición semanal sobre el verde, una deida impropia de la segunda categoría española. El mediapunta sentenció el duelo en un primoroso primer tiempo a nivel personal para rendir a un meritorio Mirandés, que dilata una permanencia que parecía sellada.
Al menos durante unos minutos, bien pareciera que los papeles se hubieran invertido en el comienzo del partido. El Mirandés comenzó a jugar con la sana intención de achuchar a Las Palmas, acaso buscando desconcertar al equipo de García Pimienta, en todo caso saltándose el guion establecido. Ni que hubieran sido fuegos de artificio, tal vez un gatillazo, la formación visitante claudicó rápidamente.
Ocurrió que Las Palmas se sacudió el roneo visitante sin mayores aspavientos cargando el juego especialmente por la banda derecha, allí donde Jesé volvió puntual a su cita con los fallos en los goles cantados. El equipo grancanario ya dominaba al partido a su antojo, y en apenas un cuarto bien pudo matarlo merced a un córner botado por Lemos que no acabó en gol olímpico gracias al poste derecho de Lizoain y un libre directo que Jonathan Viera estampó en el larguero.
Lo del 21 de Las Palmas, por supuesto el jugador más diferencial de la categoría, supone un abuso total con respecto al resto de futbolistas de Segunda. Cada partido es un recital y la magia se huele a kilómetros cuando la pelota se acurruca entre sus pies, tan a gusto como parece anclada a su bota derecha. Así, en el minuto 18, recibió un pase