Nachismo en vena
Jesús Gallego
En medio de las múltiples referencias a fenómenos paranormales que dejó la remontada ante el City, emergió una realidad terrenal incontestable, la figura de Nacho Fernández. El partido del central blanco fue imperial: frío y concentrado cuando era necesario, fogoso y vehemente cuando la situación lo requería. No tiene que ser fácil para un suplente salir al escenario en la escena decisiva, cuando se te va a medir como a una estrella más, pero Nacho demostró que su papel en el equipo es mucho más importante que el de un mero subalterno.
Cumplidor eficaz casi siempre, incluso en puestos que no son el suyo, sus doce años de experiencia en el equipo le han dotado de una personalidad impasible, como si hubiera curtido definitivamente su figura en jugador del Real Madrid. En los últimos años nos hemos ido acostumbrando a sus actuaciones pulcras, asombradas por otros destellos de figuras más mediáticas que se llevaban siempre los focos y los titulares, pero ante el City emergió un líder guerrero que conectó con la grada llenando cada una de sus acciones de determinación y sentimiento. El madridismo tiene un referente de rectitud y profesionalidad y el seleccionador un central del que tirar para cualquier circunstancia, pues no parece que andemos tan sobrados en ese puesto.
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