Más presión que nunca

A pesar de que los hechos demostraron que Turki Al-Sheikh tenía prisa por ascender desde el primer día que compró el Almería en agosto de 2019, la realidad es que la nueva propiedad se fijó un plazo de tres años tanto para acometer -o al menos dejar encauzadas- las obras de remodelación del Estadio de los Juegos Mediterráneos como para ascender a Primera División. En los dos cursos anteriores los almerienses claudicaron en la promoción de ascenso, con el Girona de Francisco de verdugo en ambas ocasiones: en 2020 el exrojiblanco Samu Sainz sentenció a los cuatro minutos de la vuelta (1-0 en Montilivi en la ida) y en 2021 los gerundenses no dieron opción a la UDA con dos goles en los cinco primeros minutos de la ida.

Así, la promoción es una palabra prohibida para el Almería desde la pretemporada. Aunque el objetivo final es el ascenso, se consiga por una vía u otra, los de Rubi se fijaron la meta del ascenso directo para evitar esas eliminatorias, en las que todo se juega en 180 ó 360 minutos y en las que un fallo puede echar al traste el trabajo de toda la temporada. Eso sí, el técnico nacido en Barcelona y criado en Vilasar de Mar ha destacado en más de una y dos ocasiones el trabajo psicológico realizado cada semana, con lo que ello supondría de cara a una hipotética promoción.

El pinchazo del Valladolid (3-0) ayer ante el Oviedo mitigó el del propio Almería ante el Lugo (3-3), aventajando incluso los almerienses en un punto a los vallisoletanos restando una jornada menos, si bien el vestuario rojiblanco es consciente de las dos unidades perdidas el pasado sábado en el Estadio de los Juegos Mediterráneos. Así, a falta de once jornadas, los de Rubi se juegan las dos plazas de ascenso directo con el Valladolid y el Eibar,