Los Lakers están gafados
No hay manera. Ni jugando bien, ni jugando mal, ni jugando regular. Ni cuando van a rachas, a tirones, o tienen momentos brillantes. Ni con uno lesionado, ni con otro. Los Lakers están casados con la mala suerte esta temporada, una mala, casi pésima para ellos, pero en la que el factor diferencial sigue siendo la ingente cantidad de lesiones que sufren y los partidos que se están dejando con la mala fortuna de por medio. El equipo de Frank Vogel, en el derbi angelino, sudó, peleó, rozó el bochorno en el tercer cuarto e intentó arreglar las cosas en un periodo final emocionante, con alternativas y que pudo ser para cualquiera. Y finalmente fue para los Clippers, que son la otra cara de la moneda: un equipo magníficamente entrenador por Tyronn Lue, que suele sobrevivir de forma extraordinaria a los finales apretados, bien por buenas decisiones o buena suerte. De una forma u otra, prevalecieron y sumaron una nueva victoria en un duelo directo ante sus más inmediatos perseguidores, a los que podrán ver cada vez más de lejos en los próximos días. Al fin y al cabo, los Lakers siguen teniendo (y eso ya no va a cambiar) el peor calendario de la NBA de aquí a final de temporada.
La secuencia final fue muy sencilla: tras un inicio de 8-0 en el periodo final, los Lakers se metieron en el partido. Una canasta de Westbrook a nun minuto para la conclusión les daba la primera ventaja desde el segundo periodo (104-105); tras ello, contestación de Reggie Jackson, triple de Malik Monk (a pase de Westbrook), respuesta desde la esquina de Marcus Morris (109-108) y tiempo muerto de Los Ángeles. La asociación de Westbrook con Davis, al que puso el balón arriba, fue perfecta, pero Jackson penetró desde la esquina y ya sin tiempos muertos para