La volatilidad de los directores deportivos en el Espanyol

Francisco Rufete termina contrato el 30 de junio y desde el club no ha habido ningún posicionamiento oficial sobre si se le renovará o no. «Al final de la temporada veremos las heridas», dijo, el lunes. De hecho, y como ha ido advirtiendo en algunas conferencias de prensa, como la de la presentación de Tonny Vilhena, el alicantino ha hablado abiertamente de la plantilla futura. Pero, a lo largo de la historia perica, no es habitual que los directores deportivos acaben la temporada si no van a seguir la próxima.

En los últimos 20 años no ha habido ningún director deportivo (otrora secretario técnico) del Espanyol que haya acabado la temporada cuando se decidió dar un cambio de rumbo. Todos ellos cayeron por la mala situación deportiva o dieron un paso al lado cuando entendieron que no formarían parte del proyecto. Solo hubo la excepción de Óscar Perarnau con la llegada de Chen Yansheng, cuando decidió, alegando asuntos personales, abandonar el cargo tras finalizar el mercado de invierno del curso 2015-16.

En noviembre de 2003, con Javier Clemente cayó también Sergio Morgado. Ambos fueron despedidos después de un horroroso comienzo de curso y de la confección de una plantilla con deficiencias. Le sustituyó Miquel Corominas, que abordó el mercado de invierno y dejó el cargo en febrero. Cristóbal Parralo asumió la jefatura del área deportiva y pudo preparar con tiempo el próximo curso. Su labor sirvió para fichar a Miguel Ángel Lotina y formar la plantilla que ganó la Copa del Rey y se clasificó en dos años seguidos para Europa.

Pero Cristóbal tampoco no acabó su segunda campaña. En marzo dimitió por «intromisiones» cuando el club quería darle un giro a la situación deportiva. Luego se fue Lotina y en mayo de 2006 fue anunciado