El valor de los goles fuera
Hasta finales de los sesenta se jugaban partidos de desempate cuando en una eliminatoria los dos equipos habían marcado igual número de goles. Un engorro, porque había que consensuar fecha y campo. Si el desempate no decidía, se jugaba una prórroga o dos, o hasta prórrogas de 10 minutos hasta que alguien marcase. Y si no, moneda al aire, un procedimiento que producía incomodidad. En 1964 se dio una situación polémica: una eliminatoria Bolonia-Anderlecht de Copa de Europa requirió desempate, que se jugó en el Camp Nou; el 0-0 persistía tras dos prórrogas y el árbitro, el navarro Zariquiegui, lanzó la moneda al aire en presencia de los dos capitanes… y cayó de canto, encajada en la hierba. Tuvo que repetir y pasó el Anderlecht.
Para la Recopa 65-66 la UEFA decidió a título de prueba que en caso de empate a goles en la eliminatoria, pesasen más los marcados fuera de casa. Se trataba, además de evitar desempates, de estimular al visitante para atacar. «El gol fuera de casa vale doble», simplificábamos los aficionados, pero no era exactamente así. Perder fuera 3-2 tras empatar 0-0 en casa no daba el pase. Los goles fuera sólo tenían valor preferente cuando había empate sumados los de los dos partidos.
En la 65-66 no se dio ningún caso de aplicación en la Recopa. En el mismo curso, la Copa de Ferias aún resolvió dos eliminatorias por moneda: así pasaron el Milan y el Barça ante el Estrasburgo y el Hannover. En la Recopa 66-67 se da el primer caso en una eliminatoria entre el Chemie Leipzig y el Standard de Lieja: 2-1 en Leipzig y 1-0 en Lieja, 2-2, así que pasó el Standard.
Hubo cierta conformidad con la fórmula, y en la 67-68 se decide trasladar a la Copa de Europa, en principio sólo hasta la altura de cuartos. Esa primera