El indefendible caso de Carlos Santiso | Deportes | EL PAÍS
El deporte es una de las mayores escuelas de valores que he conocido, una experiencia realmente valiosa para nuestra vida. Te pone los pies en el suelo y te conduce a un camino honrado. Cuanto mayor es tu humildad en competición, cuanto más respeto muestras por tus rivales, reconociendo sus cualidades y aceptando su competencia, más cerca tienes la oportunidad de obtener un buen resultado. O, al menos, de gestionar mejor todo lo que sucede y no depende de ti.
El paso del tiempo te va dejando claro que este enfoque es el correcto. No obstante, como en todo ámbito de la vida, también se ve afectado por situaciones alejadas de lo ideal. En este artículo se aborda una temática complicada de escribir y todavía más difícil de comprender.
El año pasado salía a la luz, enviaba una nota de voz a su staff. Un mensaje en el que defendía que la unión del grupo se vería reforzada con una violación grupal, incitando a perpetrarla ante una mayor de edad para, según su testimonio, no meterse en mayores problemas.
Ponía de ejemplo el, uno de los recientes episodios más tristes que hemos vivido en España. En ese caso, tres ex jugadores del Arandina Club de Fútbol fueron condenados en 2019 a 38 años de prisión por agresión sexual a una menor.
Después de que este mensaje saliera a la luz, es complicado de entender que alguien así pueda seguir formando parte de un equipo técnico, liderando además un equipo de fútbol de Primera División femenina. Es una pregunta que me he hecho en muchas ocasiones, sin llegar a encontrarle una respuesta.
Alguien capaz de tener ese pensamiento, tan siquiera imaginarlo y trasladarlo a otro grupo de personas, ¿está capacitado para ejercer un rol como el que tiene? ¿No resulta contradictorio con la labor de gestor