El atolladero de Rodrygo

Las comparaciones son odiosas, pero a Rodrygo y Vinicius, desde que el primero llegase aquel verano de 2019, se les ha mirado con la misma óptica. Lógico, eran dos peones casi idénticos llamados a ser reyes. Tenían la misma edad, nacionalidad, casi altura y, por compartir, hasta valor de mercado: 40 millones (índices de Transfermarkt). Durante año y medio parecieron circular a una misma velocidad, madurez lenta pero constante. Hasta esta temporada, cuando Vincius ha explotado como una supernova para convertirse en un 'megacrack', ya valorado en 100 millones de euros. Rodrygo, sin embargo, sigue siendo el mismo. Un jugador enormemente talentoso, veloz y con un aura especial para aparecer -y decidir- en las grandes citas. Pero al que el madridismo pide más. Porque puede darlo.

Sus mejores números fueron la temporada de su debut, 2019-20, cuando alternó trabajo con el primer equipo y Castilla (jugó tres partidos en Segunda B, marcado dos dianas, al Rayo Majadahonda y al UD Sanse). Con los mayores disputó 1.428 minutos, repartidos en 27 partidos, en los que marcó siete goles, uno cada 202 minutos. Esta temporada, sin ir más lejos, sólo ha marcado dos tantos en casi los mismos minutos, 1.339', uno cada 669 minutos. Entre medias, en la temporada 2020-21, firmó sus peores cifras: 2 goles en 33 partidos (uno cada 649 minutos). Aunque en su defensa, aquel año sufrió una, rompiéndose el bíceps femoral y el tendón, lo que le hizo llevar muletas y ausentarse dos meses.

Pero, pese a que la regularidad goleadora no sea su fuerte, es un futbolista con un aura especial para las grandes citas. De los dos goles que marcó la temporada pasada, por ejemplo, uno fue el transcedental ante el, en la fase de grupos, para mantener con vida las