Doncic domina sin despeinarse
Cuando eres mejor que tu rival, tienes que ganar. Es una cuenta fácil, pero una que muchas veces se incumple en la NBA, un maratón de 82 partidos por equipo en el que hay espacio para todo tipo de noches: de las mejores a las peores, excelentes y horrendas. Los Mavs son mucho mejores que lo Rockets (3-0 en la serie de la temporada contra el peor equipo de la NBA) y ganaron. Así de sencillo. Y 41-26, otra vez quince partidos por encima del 50%, con seis victorias en los siete últimos, todos menos el traspiés tremendo contra los Knicks, en su pista. Ahora vienen curvas: gira por el Este con partidos en Boston, Brooklyn, Philadelphia y Charlotte. Con esto también en mente, esta victoria (100-113 final) era especialmente importante. Los Mavs tiene 26 derrotas por las 25 de los Jazz (cuartos en el Oeste) y las 27 de los Nuggets (sextos). La cosa está partido arriba, partido abajo. Los Wolves, además, no hicieron los deberes en otro duelo propicio (contra los Magic), así que los Mavericks tienen tres partidos y medio de ventaja sobre el séptimo. Debería bastar para evitar el play in.
Había que evitar sustos y ganar: los Rockets siguen en el fondo de la Liga (ahora 17-50) pero venían de ganar a los Lakers, que no es noticia pero siempre es un gusto. Los Mavs se la habían pegado a lo grande contra los Knicks y eran baja Jalen Brunson y Dorian Finney-Smith. Así que había suficientes motivos para arquear la ceja, para tomarse la noche con precaución y seriedad. Y los Mavericks lo hicieron, y ganaron bien: 44-67 al descanso y ventajas de 29 puntos en el tercer cuarto (54-83). A Jason Kidd solo le faltó poder dar más descanso a los titulares en el último cuarto, pero los metió cuando el +24 con el que empezó el parcial se convirtió