Chris Paul es la Kryptonita de Luka Doncic
Lo único que le falta a Chris Paul es, objetivamente, el anillo de la NBA. Tiene todo lo demás: el talento, los lideratos en asistencias y en robos, la capacidad defensiva y ofensiva, la paciencia, el acierto, el saber estar y, ahora, también la experiencia. Lo único que se le ha escapado es el mayor pre,mio que toda estrella añora conseguir: un título en sus vitrinas, en las que hay reservado un hueco muy grande como epicentro rodeado de multitud de cosas hermosas., tiene una clase y una calidad inigualable, ha mejorado a todos los equipos a los que ha ido y es, por derecho propio, una de las referencias baloncestísticas del siglo XXI. Lo que le falta ya lo sabe, lo que vio de cerca con los Rockets de James Harden, rozó el año pasado ante los Bucks y quiere llevarse este curso. Y lo que también se sabe, es algo que Paul ha aprendido a base de momentos complicados y un sufrimiento soberano. Eso que en la NBA, antes o después, todo el mundo acaba teniendo claro: ganar no es fácil. Nunca lo es.
Que Chris Paul finalizara el segundo partido de las semifinales de la Conferencia Oeste con 28 puntos, 6 rebotes y 8 asistencias es meramente anecdótico. Quizá no tanto, pero no define la actuación sublime de un jugador absolutamente generacional. Anotó 9 tiros consecutivos sin fallo en la segunda mitad y solo erró uno en el último periodo, ya con todo decidido. Antes de eso, el partido estaba con un 89-86 con el que se demostraba el buen hacer de unos Mavericks que llegaron a ir delante en el segundo cuarto (por primera vez en toda la serie) y en el tercero, con una sustancial mejora respecto al primer encuentro, en el que fueron siempre a remolque y maquillaron el resultado al final. Hoy la cosa ha sido justo al revés, con un