Buscar el consenso para que el lobo pueda habitar sin perjuicio para nadie» Odile Rodríguez de la Fuente. Luchando por la convivencia con el lobo
Este blog es un viaje a esas jornadas de caza y conservación, esperamos que seáis nuestros compañeros de cuadrilla.
El pasado mes de abril, el principal partido de la oposición solicitó al Congreso la derogación de la orden que prohíbe sin excepciones la caza del lobo en cualquier punto de España.
El resultado de la ecuación entre ganaderos y lobo, tras ocho meses en que el canis lupus pasó a ser una especie protegida, se ha complicado de manera sustancial (y lo que te rondaré, morena).
La convivencia entre el lobo, de incuestionable valor natural, y la actividad ganadera. Año tras año se contabilizan cientos de ataques (aunque más de uno y una deben ser de letras) y muchas explotaciones se ven asediadas en numerosas ocasiones por ataques que se atribuyen al cánido. La relación entre la cantidad de manadas, el número de ejemplares, la gestión de su caza y su convivencia con la ganadería, está elevada a su enésima potencia en cuanto a lo complicado del problema.
El Partido Popular ha justificado en que las medidas para prevenir los ataques del lobo y las compensaciones económicas por las pérdidas (que pagamos todos) no son suficientes para paliar los daños a vacas, ovejas, cabras o caballos y, sobre todo, para evitar la presión sobre los ganaderos, que ven el futuro de su actividad y del mundo rural abocado al fracaso. De ninguna manera esta medida contribuye al gran problema de la España vaciada.
Hace más de 40 años, el censo de población era de 200 ejemplares, por lo que sin duda estábamos ante una especie en peligro de extinción. A día de hoy son los que habitan en el norte y centro de la península ibérica, convirtiendo a nuestro país en la segunda región del continente europeo con mayor número de ejemplares.
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