Barcelona | Diez años sin Guardiola: Pep sigue en la cima; el Barça, no
«Me he desgastado y me he vaciado», dijo Josep Guardiola Sala el 27 de abril de 2012. Cuatro temporadas después de aterrizar en el banquillo del primer equipo del Barça y convertirlo en el mejor equipo del mundo y uno de los mejores de la historia, cerró su ciclo. Para muchos, demasiado pronto. Para otros, en el momento exacto por el tremendo desgaste al que él mismo se sometió. Exigente hasta niveles casi obsesivos, Guardiola ganó 14 títulos con el Barça: dos Champions, tres Ligas, dos Mundiales de Clubes, dos Supercopas de Europa, dos Copas del Rey y tres Supercopas de España. Pero su Barça fue mucho más que trofeos.
Partidos como el 5-0 al Real Madrid, o aquella final del Mundial de Clubes contra el Santos en la que salían centrocampistas como setas (Busquets, Xavi, Iniesta, Cesc, Thiago...) están entre los mejores de la historia del club. Muchos más: el 2-6 en el Bernabéu, las goleadas en la Champions a Bayern, Arsenal, la final de Wembley de 2011 ante el Manchester United… La propuesta futbolística de Guardiola, siempre a través del 4-3-3, fue audaz. Un fútbol moderno, con una presión a todo campo, con protagonismo de los laterales, de los interiores y de los extremos; con la genialidad de inventarse a Messi como falso nueve.
Mirado con recelo desde muchos sectores cuando Laporta decidió, gracias al sabio consejo de Cruyff, que fue el entrenador del primer equipo, Guardiola soportó la primera lluvia de críticas cuando perdió en su debut en LaLiga contra el Numancia y empató contra el Racing alineando a dos desconocidos, unos tales Busquets y Pedro, Pedrito entonces. Desde entonces, el Barça fue un torrente de fútbol. Seguramente, uno de los más envidiados de la historia. Guardiola, sin embargo, comprendió pronto que


